Zapatos enormes, ropa desteñida y extravagante que cuesta miles de euros. Las puestas en escena son shows que desafían la capacidad técnica y se critica lo que se establece como “bello”.
El universo de la moda siempre ha tenido un raro amor por “lo feo”. Los que no pertenecemos directamente a esta esfera podemos asumir la postura de participar del debate o simplemente aislarnos de ese universo que decimos no entender. Pero en esta ocasión vamos a optar por la primera opción.

Moda para los que no sabemos de moda:

Primero debemos conocer que la ropa que compramos en una tienda es producida de manera industrial, lo que se llama prêt-à-porter “PAP”, o “lista para ser portada”, esta línea se diferencia de la alta costura (Haute Couture), caracterizada por crear prendas únicas y elaboradas a mano, en París y sobre medidas. No todas las marcas tienen ambas líneas.

Dentro de la categoría del “prêt-à-porter” todos hemos escuchado la expresión “semana de la moda”, seguida de una ciudad. Las principales capitales de la moda son cuatro: Nueva York, Londres, Milán y París. En estas ciudades, y en este orden, se presentan las colecciones de dos temporadas: “otoño-invierno” y “primavera-verano”. Existen semanas de la moda de hombre y semanas de la moda de la mujer.

Existen otras ciudades que también tienen sus semanas de la moda o sus salones profesionales. En Colombia existen al menos dos muy importantes en la región: Bogotá Fashion Week y Colombiamoda.

Es en este contexto que vemos cada vez más shows, modelos y prendas que pueden parecer ridículas o para nada estéticas, pero ¿qué hay detrás de las marcas que se proponen hacerlo intencionalmente?

Los creadores “statement”

Moderno, ecléctico, divertido, innovador, arriesgado, disruptivo, estos son algunos de los adjetivos que escuchamos en el mundo de la moda para referirnos diplomáticamente a algo que se puede considerar feo, impredecible o fuera de los estándares actuales de la estética. ¿Qué pasa por la cabeza de los diseñadores o de las marcas que hacen este tipo de desfiles?

Martin Margiela, fundador de la Maison Margiela, y retirado en 2009, es un elemento clave para entender lo que nos ocupa. Creador belga, asociado a un grupo de diseñadores llamado “los seis de Anvers” (Dirk Bikkembergs, Dries Van Noten, Dirk Van Saene, Walter van Beirendonck, Marina Yee y Ann Deumelemeester), fue un creador que durante los años 80 y 90 cambió el curso de la moda europea. Su postura crítica frente a la prensa desafiaba las estrategias de marketing y a los creadores mediáticos de la época.
Con desfiles en estaciones de metro, creando ropa con solo un pedazo de tela blanca como etiqueta y hecha con materiales reciclados como bolsas, vajillas rotas o calcetines y modelos con la cara tapada buscaba denunciar algunos de los valores de la sociedad de la época: el consumismo o la superficialidad innecesaria de su industria.

Para la época sus desfiles eran alarmantes y, paradójicamente, su aspecto crítico y misterioso llamó la atención de la prensa y de una clientela de intelectuales que se identificaban con sus denuncias.

De esta manera, el mercado de las creaciones que se salían de lo socialmente aceptado se vieron reafirmadas. Ya venían tomando vuelo con la llegada a Europa de creadores asiáticos como Yohji Yamamoto o Rei Kawakubo, quienes le dieron más importancia a la prenda que a la modelo que la portaba.

Los creadores también diseñan sus shows con elementos catalogados como “feos” para manifestar un rechazo a la perfección, lo cual lleva consigo una vida artificial, un estándar que actualmente es promovido en redes sociales y algunas campañas de publicidad.

La modernidad y los espectáculos

Desde hace algunos años vemos desfiles con puestas en escena que a veces producen miedo, como la de Gucci Otoño-invierno 2018, donde dos modelos caminaron a través de una sala de cirugía con sus cabezas en sus manos, escena reproducida recientemente por Jared Leto para la última Met Gala.

Alessandro Michele, director artístico de la marca, dijo para Vogue que “nosotros somos el Dr. Frankenstein de nuestras vidas, hay una claridad cínica en lo que hago y con este desfile buscaba representar el laboratorio que tengo en mi mente”, de esta manera vemos cómo la inspiración de una colección puede venir simplemente del universo de su creador
La industria de la moda se lucra de la innovación y la provocación. Muccia Prada, creadora y diseñadora para las marcas Prada y Miu Miu y reconocida por el estilo “ugly chic”, vende con éxito colecciones inspiradas en cosas que ella detesta. Son las cosas que no nos gustan las que nos generan emociones más fuertes.

Así, la modernidad como corriente artística desempeña un rol fundamental permitiendo al artista no solo ser una fotocopiadora de la realidad tal cual es, sino que aprovecha la libertad de exteriorizar su visión traducida en puestas en escena originales.

¿El fin de los desfiles?

La palabra desfile va desapareciendo al referirnos a estos eventos donde los diseñadores muestran sus colecciones, dándole lugar a la expresión “show” o “espectáculo”, y esto no es por azar. Cada vez presenciamos menos el desfile de una modelo tras otra luciendo las diferentes creaciones caminando o bajando las escaleras de una “maison”.

Actualmente, salvo pocas excepciones como el desfile Ralph Lauren Primavera verano 2019-2020, las marcas buscan llamar la atención de la prensa y de los compradores con verdaderos espectáculos, bien sea buscando la exaltación de los valores de marca como los de Dior o Chanel, o por la provocación que estos pueden producir con marcas como Maison Margiela, Gucci, John Galliano y Jean-Paul Gaultier entre otros.
¿Qué es lo bello y qué no lo es?

Christopher Kane, el diseñador escocés, afirmaba que “no hay mal o buen gusto, solo diferentes gustos”. En nuestra cotidianidad vemos cómo existen dos corrientes bien marcadas: quienes se quieren vestir como propone el mercado de masas, lo que implica una imitación; y los que buscan diferenciarse de los del primer grupo para llamar la atención, porque se identifican con el ADN de una marca en particular, por pertenecer a un grupo o por expresar con su forma de vestir una posición o una opinión en especial.

Actualmente la moda no es una cuestión exclusivamente femenina, viviendo en una sociedad en la que el bullying ha tocado límites insospechados, hombres y mujeres estamos finalmente aprendiendo a tener mucho más carácter frente a la aceptación social.

Ha tomado fuerza una nueva tendencia llamada “autenticidad”, Coco Chanel afirmaba que “los tiempos difíciles despiertan un deseo instintivo de autenticidad”, y esta tendencia vista en los desfiles, en las creaciones y finalmente en quienes las portan, se caracteriza por la libertad de vestirnos como queramos y como nos sintamos bien. Implica, así mismo, la libertad de reivindicar con argumentos respetuosos nuestra visión de la vida y de la sociedad, sin importar si nos critican por portar algo “feo”.

“Las personas llaman a algo feo simplemente porque no lo entienden”, defiende el diseñador Kane. Es así que finalmente lo “feo” y lo “imperfecto” siguen de moda, dado que gracias a ello podemos reflejar sin culpabilidad nuestra bella naturaleza imperfecta.


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